viernes, 27 de septiembre de 2013

El Cristo de los Faroles

Y éste fue el primero de verdad. Estoy francamente orgullosa de él. Me costó bastante hacerlo ya que fue retomar el contacto con los pinceles, con las espátulas, con el dibujo (que no es mi fuerte) y con las ganas de hacer cosas. Fue un momento de mi vida bonito, con ilusiones y deseos. Cada día iba a pintar, a disfrutar de ello.

Inicié una etapa personal productiva en todos los sentidos, menos triste de lo habitual por aquella época. Fue bonito!

1 comentario:

  1. Un pintor nunca debe hurtar al observador, nunca, la existencia de la luz. Es decir: ¿De dónde viene la luz... que rastros, que sómbras deja?. El protagonista del cuadro, en mi opinión, debería ser siempre la luz.

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